Todos estos personajes de la ficción son seres traumatizados por el pasado que les ha llevado a convertirse en psicópatas de auténtica leyenda.
Elliot Alderson, “Mr. Robot”.
Ingeniero en seguridad informática, Elliot Anderson es un genio de los ordenadores capaz de sortear las redes de seguridad cibernética más protegidas del mundo. Reclutado como activista por un grupo de anarquistas digitales que deciden hacer la revolución haciendo saltar por los aires la mayor compañía financiera del mundo, Elliot es el genio que está detrás del mayor sabotaje económico de la historia, y por eso le persigue el FBI, la corporación E. Corp., la mafia china y, sobre todo, las voces de su pasado.
Mr. Robot no sabe que él es Mr. Robot y habla con un fantasma ignorando que lo es y quién es. Tarda en darse cuenta de que ese otro alter ego (interpretado por Christian Slater) con el que discute todo el tiempo sobre cómo ejecutar el mayor hackeo informático de la historia, no es otro que su propio padre, y está muerto.
Ryan Newman, “Wilfred”.
Wilfred tiene siete años, habla con un grosero acento australiano y fuma cigarrillos y maría, bebe cerveza a todas horas y devora comida basura. Lo peor de todos es que Wilfred es un perro, la mascota de la vecina de Ryan Newman, un joven abogado de escaso éxito que ha intentado suicidarse varias veces hasta que decide cuidar a Wilfred.
Mientras todos los demás ven en el chucho la adorable mascota de Jenna, el espectador lo observa a través de los ojos de Ryan: un hombre que lleva puesto un traje de perro con el que vivirá situaciones cómicas y tramas comprometidas, que hará para Ryan de confesor y de psiquiatra improvisado enseñándole a aceptar las adversidades de la vida y lo implacable del destino, al mismo tiempo que le animarán a romper las reglas y jugar con sus propias cartas.
Dexter Morgan, “Dexter”.
Durante ocho temporadas, Dexter Morgan se convirtió en nuestro psicópata favorito. Limpio, atractivo, amable con todo el mundo, representa al novio que todas las suegras querrían que se casaron con sus hijas. Trabaja para el gobierno como forense especializado en escenas de crímenes, cuenta con una buena paga y excelente seguro médico y hasta se puede permitir un apartamento cerca de la playa.
Pero Dexter guarda un secreto: es un asesino en serie. Gracias a su padre adoptivo Harry Morgan (interpretado por James Remar), logra canalizar su sed de sangre asesinando a psicópatas, violadores y pedófilos, para después valerse de su pericia como forense para diluir las pruebas que le vinculen con los asesinatos que comete.
Las cinco primeras temporadas de Dexter mantuvieron un excelente nivel de calidad, aclamado por la crítica y el público. A partir de ahí comenzó una gran debacle que le llevó a un final muy lejos del nivel de la serie y que desagradó prácticamente a todo el mundo.
John Forbes Nash, “Una mente maravillosa”
Russell Crowe interpretó en la película Una mente maravillosa al matemático John Forbes Nash, un genio de la teoría de juegos y la geometría diferencial.
La vida de Forbes está marcada por sus delirios mentales (fue diagnosticado por esquizofrenia paranoide), sus continuos ingresos en hospitales psiquiátricos y asombrosa lucidez para interpretar problemas de lógica.
Cansado de tantos internamientos psiquiátricos, John Forbes Nash aplicó a su propia enfermedad la teoría de que todo problema tiene una solución, aprendió a ser consciente de sus propias alucinaciones y a vivir ignorándolas por completo.
Una mente maravillosa contó con el favor del público y de la crítica, fue galardonada con diversos premios, entre ellos con cuatro Oscar. Sin embargo, los detractores no perdonaron a los creadores ciertas falsedades históricas con respecto a la biografía del auténtico Forbes Nash. Según la película, el matemático seguía con tratamiento con antipsicóticos atípicos que en la época en que discurría la trama aún no se recetaban.
Travis Bickle, “Taxi Driver”.
Decir que una película está dirigida por Martín Scorsese e interpretada por Robert De Niro es tener la mitad del trabajo hecho. Si además cuenta con la escena en que se pronuncia una de las frases más célebres en la historia del cine, ya tenemos dibujado con precisión al personaje de Travis Bickle convertido en el taxista insomne, solitario y atormentado por su pasado militar.
Tras la guerra, Travis se ha convertido en un excombatiente que no puede conciliar el sueño, escribe un diario y se pasa el día en cines porno de los bajos fondos. Por la noche conduce un taxi por los suburbios neoyorquinos, está enamorado de la ayudante de un senador y obsesionado con sacar de la prostitución a una chica de trece años (Jodi Foster).
En una de las escenas, Travis Blickle se mira en el espejo y le pregunta a su propia imagen, mientras desenfunda el arma y apunta al espejo: “¿Me estás hablando a mí?”
Hannah Horvath, “Girls”.
Durante seis temporadas, HBO emitió la serie Girls donde nos cuenta la vida de un grupo de mujeres veinteañeras que, al acabar los estudios, llegan decididas a comerse el mundo.
Hannah quiere ser escritora. Mientras escribe esa historia que le llevará al éxito, trabaja de becaria sin recibir un dólar y sus padres le retiran la manutención con la que ayudaba a pagar el alquiler.
Durante estos años hemos conocido a un personaje como Hannah que se enfada cuando nadie le retuitea algún comentario que ella considera ingenioso, que se molesta con sus compañeros de clase en escritura creativa porque no acepta las críticas de los otros. En otro episodio alquila una caravana para irse de vacaciones con su novio, le pide que pare el vehículo para ir a ser pis y aprovecha para huir.
Hannah es una mujer insatisfecha que busca el éxito como escritora, pero mientras está en el esfuerzo, se olvida de disfrutar de la vida, cambia de opinión constantemente y siempre está en conflicto con los seres más próximos: sus padres, sus novios o sus amigos. ¿Qué pasa por la cabeza de Hannah? Muy pocos tienen la respuesta, pero esta serie, al igual que las otras mencionadas, no son más que un fiel reflejo de lo complejo que puede llegar a resultar el ser humano.